José se iba a trabajar y nosotros nos levantamos con el para no ser menos. 7:30 clavada en el reloj de pared de la cocina, con vidrios empañados en la ventana que reflejaba lo lindo que estaba dentro de la casa y el frío que hacia afuera.
El objetivo era recorrer los 114 Km. que separan Tolhuin con Río Grande. Tempranito ya estabas en la carretera acompañado de nubes cargadas de agua. En el camino no encontramos subidas ni bajadas, pero dijo presente nuestro "amigo" Viento. Recorrimos 75 km. con viento de cara y nos aguantamos varios chaparrones, pero decidimos seguir aun mojados porque sabíamos que Emi nos esperaba en Río Grande con una ducha caliente y un techo abrigado. A la altura de la Estancia Viamonte, a unos 45 km de nuestro destino, la lluvia se convirtió en granizo (abundante y grueso) y decidimos parar un instante bajo un techo de dicha estancia. La lluvia nunca ceso, el tiempo pasaba lentamente pero se nos complicaba para llegar a Río Grande con luz solar. Luego de una hora decidimos quedarnos, y la dueña del
lugar, Carolina, nos ofreció una especie de refugio donde pasar la noche. El lugar estaba un poco abandonado, pero enseguida prendimos la salamandra y el lugar se convirtió en un palacio.
Y como dice el refrán, "un plato de comida no se le niega a nadie", recibimos la generosa oferta de un platazo de polenta con estofado que aceptamos con gusto y placer. Comimos junto a la peonada a quines les contamos un poco de nuestro viaje. ya con la panza llena, nos fuimos a dormir temprano para tratar de llegar al mediodía a Río Grande. Nos faltaban 40 km. de viento en contra, pero con el animo por el cielo.
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