La distancia que teníamos que recorrer es de 83 Km. pero casi todo cuesta arriba. Los primeros no fueron tan difíciles, pues estábamos fresquitos y las subidas no eran tan prolongadas. Pasando por Yala, el destino nos deparo otra grata sorpresa cuando al costado de la ruta, mochileando, nos encontramos con una amiga de Santa Teresita. Poupee andaba recorriendo estas tierras y las coincidencias que no paran de aparecer en nuestro recorrido.
En fin, luego del saludo, seguimos viaje con la idea de encontrarnos en Tilcara, lugar donde nosotros y ellas habíamos decidido pasar la noche. Ya para el segundo tramo, luego de descansar en León, el camino se puso más áspero para nuestras piernas. El negro Marcos empezó a tener problemas respiratorios, no sabemos si por efecto de la altura o por su alergia. Lo cierto es que le costaba respirar y al andar se hizo un poco más lento. Luego de pasar la cuesta de Basalto (o algo parecido) paramos a comer en el pueblito Volcán.
Estábamos mas cerca aunque todavía nos faltaba un buen trecho, como 35 Km. Con la panza llena continuamos nuestro camino y llegamos al cruce que te lleva a Purmamarca. Cuando Marcos le comento a Nany que el cerro de los Siete Colores estaba en Purmamarca, éste le dijo que era el lugar que mas ansiaba conocer. Creía que estaba de pasada por la ruta. Ahí nomás cambiamos nuestro destino, ya que cambiamos Tilcara por Purmamarca, y decidimos pasar
en el pueblito mas lindo de la quebrada.
Llegamos al atardecer y subimos rápido antes que se esconda el sol al cerro para ver todo desde arriba. Otra belleza de la vida. Falta demasiado poco, unos 200 Km. para llegar al cartel de "Bienvenidos a La Quiaca". Ufff, demasiado.
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