viernes, 22 de abril de 2011

Día 29: Nieve, Barro y Chubut

Mientras más realidad enfrentamos,

más nos damos cuenta de que la irrealidad

es el programa principal del día.

John Lennon

Nos despedimos de Perito sabiendo que dejamos atrás la provincia mas larga del recorrido en cuanto a Km. Esperamos ansiosos abandonar el frío y el viento, aunque somos conscientes que toda la Patagonia es similar. Temprano, como a las siete arrancamos hacia Río Mayo, Chubut, unos 130 Km. y unos cuantos de ripio.

Con un poco de viento a favor llegamos rápidamente al final del asfalto, a unos 30 Km., y para nuestra sorpresa empezamos a ver unos cerros cercanos con un poco de nieve. Sabíamos que estábamos subiendo porque así la carretera nos lo hacia saber, con cuestas largas y bajadas diminutas.

Los cerros empezaron a ponerse cada vez más blancos a medida que avanzábamos hasta que una pequeña acumulación de nieve estaba juntita a la ruta. Desesperados nos bajamos a tomar unas fotografías, pues para nosotros era lo único que íbamos a tocar. Pero a medida que recorrimos la ruta, subíamos cada vez más y el manto blanco ya cubría todo a la vista. Fue algo inesperado, nunca imaginamos que íbamos a pedalear con nieve.

Y las sorpresas siguieron, pues al terminarse el asfalto nos encontramos con trabajos de pavimentación. Así que continuamos por el mejorado hasta los 90 Km. de Perito. Justo cuando llegamos al límite provincial finalizan los trabajos de asfaltado y comienza el ripio. Y como había llovido todo el día anterior a baldazos nos encontramos con un barral.

Las pocas camionetas que circulaban lo hacían con barro hasta en el techo. El negro se puso feliz porque le recordó cuando se vieja los mandaba junto a sus hermanos a jugar afuera con lluvia y barro a la pelota con tal de no romperle toda la casa. A Hernán, en cambio, la idea no le pareció tan buena. Y tenia razón, pues el barro se va acumulando en las ruedas, frenos y cambios y es imposible avanzar.

Teníamos por delante unos 35 Km. con un ripio en mal estado y con una superficie muy particular. Con mucho esfuerzo llegamos embarrados hasta las orejas, ya casi de noche. Teníamos la obligación de lavar a las bicis y conseguimos un lavadero de autos que amablemente nos dejo a las "nenas" como nuevas.

Luego conseguimos un hotel, que a pesar de nuestra presencia impresentable, nos admitió. Ahí nos toco a nosotros, un baño sabroso y a comer. Hernán salio a buscar una rosticería y trajo dos milanesas gigantes que la devoramos en instantes. Cansados pero felices por un día mágico: Nieve, Barro y Chubut.

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