sábado, 16 de abril de 2011

Día 22 Recorrido: 180 Km. - Tiempo: 15 hs - Movilidad: 2 rodados

Las grandes almas tienen voluntades; las débiles tan solo deseos. Proverbio Chino

Partimos temprano con la idea de hacer la mayor cantidad de Km. posibles. Sabíamos que teníamos en gran parte viento sobre nuestras espaldas. La superficie no era de lo mejor, un ripio con pozos y con cascotes por todos lados. De todas maneras, esto te hace ir mucho más concentrado y todo se pasa más rápido. Veloz, fue una de las bajadas que presentaba el camino, donde pusimos en juego nuestra integridad física.

Descendiendo a unos 45 km por hora, la huella desapareció y el ripio compacto se transformo en un rejuntado de piedras flojas que hizo inestables las bicis. El Rayo comenzó a zigzaguear enloquecido casi hasta perder la verticalidad. Hernán venia unos metros atrás, y al observar la situación llego a frenar un poco antes de las "piedras movedizas". Después del susto, decidimos bajar con un poco mas de cuidado.

Los Km. pasaban y, como se esta asfaltando la ruta, aprovechamos ese trabajo girando sobre un mejorado que se asemeja a una superficie plana. Rodar ahí es otra historia. Así pudimos avanzar rápidamente, aprovechando la ayuda del viento y sin ripio. A falta de 80 km y con bastante tiempo, el negro le prometió pagarle una milanesa con papas fritas a caballo a su compadre de viaje. Este, sin dudarlo se subió a la bici después de una parada técnica con la idea fija.

Después de 20 km a puro vértigo, la ruta se desvía hacia el oeste y dejamos de recibir la ansiada colaboración del viento. La carretera bordea el lago Cardiel, un espejo de color turquesa, pero que a esa altura mucho no nos interesaba. Fueron 15 km con viento cruzado en contra, con subidas y bajadas. Se estaba poniendo el sol y faltaba bastante recorrido. Luego del desvío, la ruta retoma sentido este en una recta extensa de ripio en mal estado.

A falta de 30 km, el sol ya nos había abandonado. Nos calzamos las linternas en la cabeza y, a pesar del horrible piso, insistíamos en llegar a Gregores. Le dimos durísimos, y hasta peligrosamente los últimos Km. para unir Tres Lagos con Gregores, unos 180 Km. Contentos fuimos en busca de nuestro premio pero nos conformamos con una pizza de muzza y una levite. Eran las 22:30 y estaba todo cerrado

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