Salimos relajados hacia la capital mendocina a unos 80 Km. de nuestra ubicación, totalmente de asfalto y gran parte con autopista. La carretera es prácticamente llana, así que confiados tomamos rumbo norte a la ciudad.

Luego de parcharla con unos parches autoadhesivos, quisimos volver a la ruta pero en esos metros se escucho el silbido del aire de la cámara desinflándose.
Sin poder solucionar el problema por nuestras manos, decidimos ir a una gomería y arreglar como se debía para no tener más inconvenientes. Marcos agarro su bici y la cámara pinchada y marcho hacia la gomería más cercana, a unos 3 Km. En ese ínterin comenzó la locura del día, pues Marcos pincho sus dos ruedas llegando al lugar caminando y con tres cámaras por arreglar.

Finalmente llegamos a la capital de noche y por suerte nos estaban esperando porque hubiese sido muy tedioso buscar un lugar para pasar la noche en la ciudad mas grande que nos toca durante toda la travesía. Con mucha amabilidad fuimos recibidos por la familia Abrego y además de alojarnos y alimentarnos (zapallitos rellenos: A Marcos como al 80 % de la población mundial no le gusta los zapallitos verdes. Igualmente, un papelón) nos dio un gustazo compartir este viaje con ellos.
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